sábado, 19 de julio de 2008

Segundos Inmortales















Era el verano de toda la vida, como si se dieran para siempre los abismos, y yo estaba ahí en el mismo lugar de siempre, haciendo lo que mi profundo sentir me guiaba, estaba sólo como la luz de la niebla, con el zócalo de mi corazón en penumbras, pero era como un sueño, en el día me daba con reír de la risa, y en la noche me encariñaba con el silencio. Mi hermana soledad siempre me acompañaba. Recuerdo la primera vez que fumamos del ron de la lujuria, ahí los dos desnudos del amanecer y cayendo en la sequedad del olvido, no nos faltaba nada, era todo perfecto. Pero una noche, mientras nos embriagábamos en la colmena de la mentira, una luz llena de llagas calurosas se apareció de la nada, y pronto noté que no era una visita cordial, instantáneamente comenzó a perseguirme, siempre detrás de mi, sé que podría avanzar con más rapidez pero disfrutaba verme sufrir acercándose más y más, hasta que quede en un callejón sin salida. Me dijo su nombre, con voz de tormenta, Soy FODIUS, la hoja del olvido, el mendigo del desaire y el miedo, vengo con la espada de mi corazón, porque te he observado desde allá, inquietándome. Tú, que mientras podrías hacer de ti un soplo de vida, eres el fuego del infinito, el amargo de la sociedad, y he venido para pararlo. Mi cabeza se llenaba como un vaso de agua pinchado, no podía verle el rostro, no tenía, me sentía atrapado entre el viento, no podía moverme, porque su presencia me era agotadora, su mirada me fusionaba entre la conciencia y lo desconocido, estaba agonizando.

Todo esto pasaba en sólo tres segundos, no entiendo como paró el tiempo, era como si tuviera el control de todo, sus manos dominaban la noche, su voz espantaba el silencio, sus ojos desbordaban calor, era indescriptible, pero hubo un momento decisivo entre él y yo porque no habló y duro su silencio como tres horas, ahí estaba, con el mismo aspecto, con la misma expresión, y con las mismas palabras grabadas en el aire, flotando en mis ojos, no se iban, pero luego su boca se abrió y me dijo “Tus notas me confunden, me quema en mi silencio, me ahoga siempre que las toco, violas mi tranquilidad” Mis manos sudaban de dolor, mi boca era como un ardiente bosque, no podía hacer nada, pero de pronto él levantó su mano y me envolvió en el olvido, quedé como un árbol seco por las llamas, ahí en el mismo lugar donde se juntaron las voces, donde las palomas no vuelan, se arrastran contra la corriente, en el mismo sitio, en la misma hora, y caí desvanecido por la visión en la acera desierta y gris, en el silencio sucio y voraz, en el murmullo de la gota del sudor de mis venas que se dilatan con el tiempo mientras busco la salida a la verdad del colapso infinito.

Pasó un largo tiempo y no volví a tocar fondo hasta hoy cuando vuelvo a nacer en la claridad de la vida, y entendí mi destino, asumí su respuesta, y sigo aquí, bordando las páginas de mi vida con el pincel de mis alas.

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